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Xilitla

El jardín escultórico Las Pozas

Las Pozas es un conjunto de estructuras y recorridos fantásticos formado en un jardín escultórico, creado por Edward James y Plutarco Gastélum en el municipio de Xilitla, San Luis Potosí. En un terreno grande, atravesado por un río con cascadas y rodeado de selva, James edificó numerosas estructuras en concreto y materiales de la región. “Mi extraño edificio sin terminar”, como llamaba Edward James a Las Pozas, empezó a construirse durante los años 50.

Una historia cuenta que cuando estaban explorando la Huasteca, al salir del río, una nube de mariposas lo envolvió, y lo cubrió de color y movimiento. James interpretó este hecho como una señal y entre 1947 y 1949 adquirió varios predios rústicos afuera del pueblo de Xilitla con el fin de cultivar su última obsesión: las orquídeas. En 1962 hubo una nevada atípica que acabó con sus flores, así que Las Pozas tomó otra dirección. James buscaba algo que no pudiera ser destruido por los caprichos de la naturaleza y redirigió sus esfuerzos hacia la construcción.

Las estructuras empezaron a multiplicarse y a volverse más y más extravagantes, imitando a las orquídeas y a otras flores y plantas de la región. También se volvieron más permanentes, casi todas fueron construidas con concreto.

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Durante más de tres décadas, Las Pozas fue una constante fuente de trabajo para el pueblo de Xilitla. Llegaron a haber más de 150 personas, entre carpinteros, albañiles y jardineros, participando en la creación del jardín, que nunca tuvo mucha planeación. Al contrario, Edward James hacía “bocetos torpes” (sus propias palabras) y se los entregaba a los trabajadores para que los hicieran. Pero las ideas llegan mucho más rápido de lo que pueden ser ejecutas, así que todas se empezaban, pero no todas se terminaban. Para muchos, este método de trabajo es una muestra clara de déficit de atención; pero para otros es equivalente a la escritura automática surrealista, que solamente buscaba liberación, libre asociación y belleza.

El final de la construcción, por supuesto, jamás estuvo planeado. De hecho, solo se detuvo a la muerte de James, en 1984. James decía que necesitaba vivir más de cien años para completar su jardín y pensaba siempre en el proverbio árabe que dice: “Nunca termines de construir tu casa”. Heredó Las Pozas a la familia Gastélum, pero no dejó planes ni para terminarlo ni para conservarlo. Si James pensó alguna vez en la vida de su jardín después de su propia muerte, tal vez fue como una ruina enigmática perdida entre la selva mexicana.

En 2007, La Fundación Pedro y Elena Hernández, Cemex y el gobierno de San Luis Potosí compraron el conjunto con el fin de conservarlo. En 2009 inició un programa de conservación que trata a las esculturas y a su entorno como dos caras de la misma moneda. El principio de mínima intervención que se promueve implica no añadir más seguridad, situación que solo puede suceder en México. El acceso a las estructuras se controla en número, pero no hay pasamanos ni nada similar, ya que eso iría totalmente en contra de la intención original de James, que era desafiar al visitante, mover un cúmulo de emociones, incluyendo, a veces, el miedo. Y es justamente esta capacidad de provocar emociones lo más importante de preservar en este jardín.

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La vida de Edward James

Edward James nació en Escocia en 1907. Hijo de un magnate norteamericano de los ferrocarriles y una aristócrata inglesa, Edward creció en un mundo de riqueza y privilegios. Siendo muy joven heredó dos grandes fortunas: la de su padre y la de su tío.

Estudió Literatura en Oxford, lugar donde pudo identificarse con el mundo bohemio y vanguardista que tanto le atraía. Se convirtió en un filántropo con asentada inclinación a la poesía y a las bellas artes. Edward fue mecenas de René Magritte y Salvador Dalí, y más tarde también de Leonora Carrington. En 1931 se casó con Tilly Losh, una bailarina austriaca. El matrimonio terminaría pocos años después en un tempestuoso divorcio que lo alejó de la alta sociedad inglesa. En 1940 viajó a Estados Unidos.

Edward James llegó a México en 1944 para visitar a un viejo amigo. En la Oficina de Telégrafos de Cuernavaca conoció a Plutarco Gastélum (originario de Sonora, mexicano con sangre vasca y yaqui). Lo contrató como guía para conocer México. Plutarco se convirtió en su brazo derecho y compañero en el interminable viaje que sería la construcción del Jardín Escultórico de Las Pozas.

En Xilitla, el Tío Eduardo formó parte de la familia de Plutarco y su esposa, Marina Llamazares. Don Eduardo vertió su creatividad en Las Pozas, un jardín de misterio, arte y naturaleza.