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La arquitectura de Brasil, con una perdurabilidad mayor a la de otras manifestaciones culturales, a menudo incorpora otras artes como la escultura, la pintura y el arte popular. La grandeza de los arquitectos brasileños ha consistido en saber lograr la conjunción de estos diferentes medios expresivos en obras de carácter único.

La mezcla de culturas que distingue a Brasil y sus condiciones climáticas, han dado por resultado una vasta diversidad de técnicas para aprovechar y construir el espacio. A lo largo del siglo XX, las condiciones económicas y políticas de este país, fueron la base para que grandes urbanistas, paisajistas y arquitectos, generaran una cantidad inmensa de edificios y espacios públicos, creando las bases de una escuela que permanece hasta el día de hoy.

La Pinacoteca do Estado es el más antiguo y uno de los más importantes museos de Brasil. Albergado en un edificio del siglo XIX en Sao Paulo, el museo fue sujeto a una transformación en los 90’s a mano del original arquitecto brasileño Paulo Mendes da Rocha, ganador del premio Pritzker 2006. Durante su renovación, el edificio recibió cubiertas de cristal para los patios interiores y se transformó al patio central en un auditorio semi excavado. A partir aquel momento y al día de hoy, el Museo forma parte del circuito internacional y ha sido sede para todo tipo de exposiciones, convirtiéndose así en una de las instituciones más dinámicas en el ámbito cultural brasileño.

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Dentro del Parque Ibirapuera, una especie de Central Park en Sao Paulo, se encuentran una serie de edificios de carácter público, diseñados en su mayoría por Oscar Niemeyer. Entre ellos, destaca el controversial Auditorio Ibirapuera, que formó parte del plan de desarrollo original de los años 50, pero fue inaugurado apenas en el 2005. Su forma y distribución espacial única lo diferencian de la tipología clásica de auditorios para conciertos.

Desarrollado por el despacho del Arquitecto francés Christian de Potzamparc, el teatro “La Ciudad de la Música” está emplazado entre el mar y las montañas de la ciudad de Río de Janeiro. Una explanada elevada a 10 metros, que sobrevuela un jardín tropical, le permite a los visitantes tener un contacto directo con el paisaje, antes de acceder a las diferentes salas. La ciudad de la Música cuenta con 3 salas para 3000 espectadores, 3 cines, un área comercial y es la sede central de la Orquesta Sinfónica de Brasil.

Resulta imposible referirse a la arquitectura de Brasil, sin hablar de Brasilia, que con más 50 años, sigue estando considerada al día de hoy un referente indiscutible en términos de planeación, urbanismo y paisaje a nivel mundial. Fue desarrollada a mediados de los 50’s por órdenes del Presidente Juscelino Kubitschek, para llevar a cabo un antiguo dictamen constitucional en el cual se sugería que la capital brasileña debería trasladarse de la congestionada costa de Río de Janeiro al centro geográfico del país. De alrededor de 5000 participantes, resultó ganador del concurso para la urbanización de la capital Lucio Costa, acompañado de Oscar Niemeyer como Arquitecto en Jefe y Roberto Burle Marx, a cargo del paisajismo.

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La capital generó polémica desde sus primeros albores, ha sido aclamada (y también criticada) por su arquitectura modernista a gran escala y su plan de desarrollo, considerado un tanto utópico. Tras una visita a Brasilia, la escritora francesa Simone de Beauvoir, se quejaba de la “elegante monotonía” que se repetía constantemente entre las cuadras y cuadras de explanadas y edificios monumentales. Sin embargo, con la evolución de la ciudad, se han hecho esfuerzos, a través de elementos de diseño, para “humanizar los espacios” sobre todo en la forma de paisajismo.

Uno de los primeros edificios en la “nueva” capital, el Palacio de la Alvorada, fue diseñado por Oscar Niemeyer con un estilo predominantemente modernista, presente en la mayoría de sus principales obras. El palacio tiene una configuración horizontal y esta rematado en su extremo por una capilla, a la manera de los antiguos caserones del Brasil colonial. El diseño de las columnas perimetrales hace alusión al escudo de Brasilia, que a su vez representa la forma misma de la ciudad en su trazo original. El palacio alberga la residencia oficial del Presidente de Brasil y fue sujeto a una extensiva remodelación, por parte del despacho de Niemeyer, durante el período de gobierno de Luís Ignacio da Silva.

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Otro edificio de similar importancia jurídica, sede de las oficinas de Relaciones Exteriores de Brasil, es el llamado Palacio de Itamaraty, considerado una de las mejores obras de Niemeyer. Para su diseño fue utilizado un innovador sistema estructural, en el que las columnas interiores soportan los 3 niveles de oficinas, mientras que las columnas perimetrales soportan la cubierta de todo el edificio. El Palacio alberga una de las más importantes colecciones de arte brasileño, con obras de artistas como Athos Bulcão, Rubem Valentim, Sergio Camargo y Maria Martins. La escultura “El meteoro” de Bruno Giorgi, corona el espejo de agua que rodea el edificio, y representa a todos los continentes del planeta. El paisajismo, como en tantos otros edificios de Niemeyer, estuvo a cargo de Roberto Burle Marx.

El palacio de Justicia guarda muchas semejanzas al Palacio de Itamaraty en la forma en la que esta estructurado y el ritmo que mantienen sus arcos, sin embargo, el carácter que le confieren las cascadas entre sus columnas, hace de este uno de los edificios más bellos de Brasilia.

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En palabras de Oscar Niemeyer: “Cuando estudiábamos el diseño del edificio, tuve la idea de jugar con el futuro lago y colocar las fuentes entre las columnas del edificio. La fachada que surgió a todos maravilla y asombra, como estaba previsto.” La fachada en concreto burdo, es un referente del estilo llamado “brutalista” que apareció en Brasil a mediados del siglo XX. Sin embargo, ya podía apreciarse en obras anteriores de Le Corbusier, con quien Niemeyer colaboró en sus primeros años como arquitecto, en proyectos de gran escala como la sede de la ONU en Nueva York.