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Braulio Peralta, la responsabilidad de ser.

NO CREO EN EL SEXO COMO DEFINICIÓN DE UNA PERSONA.
– Braulio Peralta, Otros nombres del arcoíris.

65 años atrás, en Tuxpan, Veracruz, nació Braulio Peralta, periodista que ha enriquecido la vida cultural del país con sus ideas y opiniones divergentes.

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Foto: Alejandro Maafs

Además de comunicólogo, dramaturgo y actor, Braulio fue uno de los fundadores del periódico La Jornada y de la revista Equis, Cultura y Sociedad. Su biografía no podría entenderse a cabalidad si se omitiera el trabajo que ha hecho por las letras mexicanas detrás del escritorio, investido como director editorial en Random House Mondadori o bien como editor en Grupo Planeta. No obstante, por encima de todo, Braulio Peralta es una de las voces imprescindibles para ahondar en los orígenes del movimiento homosexual en México. Entre 2016 y 2017 publicó tres obras que ponen de manifiesto su interés por acercar al lector hacia la intensa experiencia de lo que entraña ser gay: Juan Gabriel. Lo que se ve no se pregunta (2016), El clóset de cristal (2016) y Otros nombres del arcoíris (2017).

Su última obra es el motivo del presente texto, un viaje vertebrado por cuatro ejes: “Una manera de ser”, una suerte de profundización epistemológica y filosófica sobre lo que conlleva saberse sexualmente diverso; “De la calle a los Pinos”, resumen de los primeros pasos del movimiento gay en el país; “Mujerujas”, capítulo ocupado de la posición que desempeñan las mujeres lesbianas en la dinámica LGBTTTIQ; y finalmente, “Dios o Darwin”, descarnado almanaque de las miles de muertes que ha provocado el VIH y el estigma sin precedentes que en su momento representa- ra para la comunidad. Lo ante- rior establece el contexto de una charla profunda que interpela de manera capital al status quo y el hermetismo heterosexual.

No hay libertad política si no hay libertad sexual.

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Foto: Alejandro Maafs

Con Otros nombres del arcoíris te hiciste acreedor al Premio de Testimonio Chihuahua, además del gran reconocimiento por parte de la prensa especializada. Más allá de los galardones, ¿cuáles fueron las principales implicaciones de carácter personal de haber escrito un libro como este?

No escribí un libro para ganar un premio, escribí un libro para reflejar un punto de vista político, sociológico, antropológico sobre un tema fundamental de la diversidad sexual y quería que no fuera racional, sino visceral. Que, si el lector lo siente, quedaré muy satisfecho, pero si el libro no responde a muchos aspectos que tienen que ver con religión, machismo y de- más, también voy a estar muy contento; o sea, que les provoque coraje a los ignorantes y que provoque comprensión y asimilación de una sociedad diversa a los independientes de prejuicios de todo tipo.

Otros nombres del arcoíris es un texto de textos, entiendo que fue un proceso antológico que reúne escritos desde el año 2000 hasta hoy. ¿Qué los hilvana?

Los hilvana mi consciente porque de alguna manera yo empiezo con el sueño…, el sueño de ser; después viene la madre: el primer contacto con el cuerpo que te dio la vida; y luego vienen la infancia, la adolescencia y va creciendo el libro en ese sentido. ¿Con qué? con experiencias que no son exactamente mías, pero sí de muchos –porque somos muchos– y que intenta contar una historia de desarrollo, nudo y des- enlace. El desenlace es la realidad del VIH y el crecimiento es cuan- do la sociedad, después del SIDA, se da cuenta de que hay que cambiar, que no podemos seguir en el prejuicio donde los homosexuales no tengan ni siquiera sistemas de salud. Esto es el libro, esto es lo que quiere ser y yo lo acompaño de fotografías de Maritza López, pensando que son cuerpos solos, no son más que la belleza de una mujer o de un hombre, pero todos piensan diferente y son diferentes.
“No es para cobardes ser homo- sexual”, escribes en uno de los ensayos más elocuentes y poderosos del libro, “La responsabilidad de ser”.

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Foto: Alejandro Maafs

Es que la palabra “puto” la usan los machos en las cantinas para denigrar a alguien: “no seas puto, güey”. ¿Qué quiere decir eso?

Fíjate cómo una palabra que agrede a una persona se convierte en la palabra que denota el sentido de cobardía. “No seas puto, no seas cobarde”. Y en realidad, la palabra “puto”, como la usan, por ejemplo, en los estadios, es contra el enemigo, y lo que significa en su origen es una denigración sobre una persona por su condición sexual. Entonces yo digo: “no es para cobardes ser homosexual”. El homosexual nace, crece y se desarrolla en una sociedad que no lo acepta. Hoy la realidad ha cambiado mucho y las principales ciudades en el mundo asumen el sentido de respeto. Pero no se nos olvide que una capital no es un país. Una capital tiene provincias, tiene municipios, tiene alcaldías…, y ahí existen crímenes de odio por homofobia. Es a esa cobardía social a la que me atrevo a decirle: “¡párenle, ya basta!”.

IMAGINA QUE TU LIBRO LLEVE 25 AÑOS VIGENTE, QUE TENGA SIETE EDICIONES, QUE HAYA VEN- DIDO 213 000 EJEMPLARES, PUES ES MUY BONITO EN TÉRMINOS DE EGO, ¿NO?

En el libro El clóset de cristal, también de reciente publicación, pones de manifiesto la homosexualidad de Carlos Monsiváis. En él manifiestas: “es un testimonio de primera mano”. La pregunta parece trivial, y sin embargo no lo es: ¿por qué resulta relevante la preferencia sexual de este ensayista, periodistas, cronista y escritor mexicano?

La historia no se escribe con rumores y sucede que Carlos Monsiváis vivía en un clóset de cris- tal. Había una comunidad que conocía que Carlos Monsiváis trabajaba para los movimientos homosexuales de México desde los años 60 y 70,y yo como periodista pienso que la historia se tiene que escribir, que no debe quedase en rumor. Mi libro no es una biografía de Carlos completa, pero sí es lo más completo sobre el Carlos Monsiváis gay dentro del movimiento homosexual.

Me importaba contar que Carlos, así como participó en los movimientos indígenas, sindicales y políticos (trabajando para la izquierda como un comunista desde que tenía 16 años), también me importó revelar que como homosexual trabajaba secretamente desde los años 70 promoviendo cambios políticos sobre el comportamiento en contra de la homosexualidad en México, y yo creo que esto es importante. Si no lo fuera, no habría ya sociedades de convivencia; si no lo fuera, no habría ya secretarías de la diversidad sexual; si no lo fuera, no habría mejor atención a los enfermos de VIH –a quienes antes, en los hospitales, los tenían como en reservados, como lo hicieron en Cuba con Fidel Castro, confinados a vivir en un campo de concentración– y Carlos Monsiváis denunció esto, motivo que le valió su salida del periódico La Jornada, a raíz de la política interna sobre este tema.

Entonces, así como Inglaterra tiene a Oscar Wilde, Francia a Michel Foucault y Estados Unidos a Gore Vidal, ¿por qué México no podría tener a su Carlos Monsiváis? ¿Qué razón hay para que no fuera así? No le gusta a la familia que su hijo fuese homosexual, bueno, pues fíjense que sí lo era y forma parte de la historia de México sobre un tema fundamental para entender la diversidad.

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Foto: Alejandro Maafs

Los heterosexuales no tienen por qué definirse, esto es un obstáculo con el que miles de personas de la comunidad LGBTTTIQ se enfrentan a diario y, presumiblemente, por el resto de sus vidas. Dicha condición va desde la osada asunción, el clóset como modus vivendi y que en algunos lamentabilísimos y extremos casos culmina con el suicidio. En Otros nombres del arcoíris señalas una homofobia interiorizada en la cultura nacional, misma que fomenta la violencia y complejiza cualquier tipo de diálogo.

Una madre le dice a su hijo: “no se lo digas a tu padre. Yo lo puedo entender, pero tu papá quién sabe”. Y un niño se pregunta: “por qué una madre sí y un padre no”. Los padres te quieren llevar al médico porque piensan que tienes un mal, que no eres sano, porque creen que tu sexualidad está perturbada. El médico les dice: “el niño es sano, el niño simplemente es diferente”. “Puto”, “maricón”, todos los insultos contra un homosexual, lesbiana, transexual, transgénero, travesti o como le quieras llamar, aquello que es diferente tiene siempre prejuicio, porque nace desde la familia, la religión y la sociedad. O sea, hasta que empieza a haber leyes que transforman este concepto puede cambiar un poco el pensamiento alrededor de que todos seamos iguales ante la ley, como lo marca la Constitución. Ahora, yo creo que hay un montón de heterosexuales que creen o que piensan: “¿por qué los gays se sienten orgullosos de ser homosexuales y salen a la calle?”. Porque tenemos que expresar aquello que a los heterosexuales no les costó ningún trabajo.

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Foto: Alejandro Maafs

¿Cuáles son los cinco nombres indispensables para hablar de cultura gay en México?

Más bien hablaría yo de libros indispensables, creo que es muy importante leer a Salvador Novo, o Lo marginal en el centro, de Carlos Monsiváis; creo que ahí puede comprenderse lo que vivió un intelectual en un mundo opresivo, donde Salvador Novo se reivindica con su sexualidad, con su diversidad, con un poema contra Diego Ri- vera, los muralistas, los estridentistas y los escritores de la Revolución Mexicana, quienes negaban y solicitaban a la Secretaría de Educación Pública que corrieran a los homosexuales; que ¡cómo un homosexual iba a trabajar en la Secretaria de Educación Pública, por Dios!

Un libro que opino que es canónico es El vampiro de la colonia Roma, de Luis Zapata, sin duda un libro para entender. En este sentido, hay un ensayo que me parece fundamental también –y que me parece todavía más importante que El vampiro de la colonia Roma –, que es Ojos que dan pánico soñar, de José Joaquín Blanco. Se trata de un libro necesario para conocer este universo donde un heterosexual se asusta frente a los ojos de un homosexual, porque en la mira- da está el secreto, el instante del gusto digamos.

Recomendaría El clóset de cristal, sin duda; ahí está toda la historia del movimiento homosexual, ahí está todo el trabajo de Carlos Monsiváis, además de un montón de gente anónima que hizo que cambiara o que la sociedad mexicana procurara transformarse. El quinto libro es otra obra de Carlos Monsiváis que se llama Que se abra esa puerta, inspirado en el poema de Carlos Pellicer, que dice: “Que se cierre esa puerta que no me deja estar a solas con tus besos”. ¿Por qué me parece relevante? Porque ahí vemos al Carlos Monsiváis militante, closetero, clandestino, quien publicaba en una revista que nadie leía, Debate feminista y que, al juntar todo este trabajo, descubrimos al activista gay, intelectual, pronunciándose: “que se abra esa puerta”.

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Foto: Alejandro Maafs

Es posible que uno de los libros más completos sobre Octavio Paz lo escribieras tú. Entrevistaste al Premio Nobel durante 15 años (1981-1996) y hablaron de una cantidad ingente de tópicos, entre ellos la relación México-Estados Unidos, Frida Kahlo, las elecciones de 1988, la URSS y naturalmente de la poesía, cuasi, la razón de ser y estar de Octavio. En una de las muchas preguntas que le haces te responde que le gustaría ser leído con la intensidad que él leyera a otros poetas. Así como en su momento interrogaste a Paz, yo te cuestiono: ¿con cuál de tus libros te quedas?

¡Qué pregunta! Pues El poeta en su tierra tiene 25 años y está vivo. Para mí ese libro es una obra mitad de Octavio Paz, mitad mía. En el concepto estricto del res- peto al autor, él es el que habla y yo soy el que redacta. Es un libro que quiero mucho, sin duda, porque me ha dado muchas satisfacciones. Imagina que tu libro lleve 25 años vigente, que tenga siete ediciones, que haya vendido 213 000 ejemplares, pues es muy bonito en términos de ego, ¿no?

Pero ese es don Octavio, es el Nobel, no soy yo. ¿Cuál es mi libro más personal? Yo creo, sin duda, que Otros nombres del arcoíris. Soy más yo, sin ego, con el sentido de la colectividad de ser gay; con el sentido de que no escribí este texto para los gays, de hecho lo escribí para los heterosexuales, para que lo leyera una persona sensible, inteligente, una persona que se quebrara y que pudiera comprender de qué se trata ser lo que otra persona no es, y ya. Entonces me quedo con este libro.

Fotos por: Alejandro Maafs
Texto por: Luis Felipe Ferra

Es Licenciado en Comunicación por la Ibero, Maestro en Humanidades por el Instituto Cultural Helénico y Maestro en Gestión de Arte y Cultura por la Universidad de Melbourne. Ha trabajado para agencias de publicidad como Publicis, Olabuenaga-Chemistri y Central Buzz. Es cofundador de la productora cultural Polytropos y pertenece al Global Fellowship (2017-2018) del Instituto de Relaciones Culturales Internacionales de la Universidad de Edimburgo.