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Emiliano Gironella, Arte que Cicatriza

“Vivimos en una sociedad que no es capaz de cicatrizar”, afrma Emiliano Gironella, pintor mexicano que transforma la violencia y la muerte en cuadros y esculturas. El arte no solo sirve como escape emocional para el artista y el espectador, también existe con la intención de rehabilitar el tejido social, especialmente el de los países que viven catástrofes y guerras, como México.

Emiliano, hijo de los reconocidos Alberto Gironella y Carmen Parra, de quienes heredó el amor por el arte, se inspira en la sangre derramada de su país, en la literatura y en la poesía para descifrar el mundo que lo rodea. “Entiendo la realidad a través de imágenes, por eso me dedico a pintar”, explica el artista. Interpreta, representa, combate y busca una solución a aquello que critica. Y lo ratifica: “la denuncia está démodé”.

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En su galería ubicada en el sur de la Ciudad de México, exhibe sus piezas que van desde cuadros de la Santa Muerte hasta esculturas de ametralladoras con inyecciones de heroína y hojas de marihuana. También hay imágenes en tres dimensiones de degollados y pinturas de calaveras llenas de colores vivos. Para Gironella es un cliché que el arte esté necesariamente relacionado con la belleza.

La narcocultura es uno de los temas que más toca el mexicano en sus obras, el cómo “se le está haciendo una guerra idiota a las plantas”, expresa el artista con respecto a la marihuana y las amapolas; a estas últimas las considera una de las flores más bonitas que además se ha representado de diferentes maneras a lo largo de la historia del arte. El artista, de pie junto a su escultura de una granada a gran escala que hace de jarrón de amapolas, asegura que con este tipo de obras quiere establecer una reflexión de cómo las plantas han generado violencia.

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Emiliano cree que debe existir una transformación que venga de las cúpulas políticas y de la sociedad y que él, como artista, hace su lucha a través del arte. Por ello, toca una variedad de temas muy violentos, pero a la vez, muy humanos.

Su nutrida biblioteca es de donde salen todas las ideas de Gironella, siendo la literatura su mayor inspiración. En una de sus paredes, se aprecia una colección de grabados de distintos colores que exterioriza las interpretaciones que hizo el artista de “Terreno baldío”, poema de T. S. Eliot que habla de la muerte y la violencia. “¿Aquel cadáver que plantaste el año pasado en tu jardín ha comenzado a retoñar? ¿Florecerá este año?” cita Gironella al británico en sus obras. Lo considera uno de los grandes poemas contemporáneos, que habla de pastillas abortivas, colillas de cigarros y dentaduras postizas.

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La violencia en sus creaciones saca de su zona de confort al espectador, lo encara con lo que generalmente uno evita enfrentar: la intolerable y sangrienta realidad. Cuando le pregunté si estas deberían generar culpa en quien las admira, inmediatamente respondió que no se trata de sentir culpa, la intención de sus obras es hacer propio el dolor ajeno para así engendrar ideas y acciones en la sociedad.

De esta misión empática surge el título de su proyecto social Artempatía, en el que reúne a personas que se encuentran en situación de alta vulnerabilidad y trata de aliviarlas por medio del arte. Entre estas víctimas, se enfoca especialmente en los niños huérfanos, hijos de los policías caídos. Durante la guerra contra el narco, Gironella investigó con el oficial mayor de la extinta Secretaría lo que se hacía con respecto a los hijos de los policías caídos, su gran sorpresa fue descubrir que simplemente se convertían en fantasmas para la sociedad.

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La Fundación Manos Manchadas de Pintura presta ayuda a aquellas manos manchadas de sangre. Es la reivindicación de los policías mexicanos, muchos de ellos dan su vida por proteger a la sociedad y no reciben ningún tipo de reconocimiento por ello. “Nadie se preocupa del lado de las autoridades. La sociedad en México es muy miope, solo ve un lado”, opina Gironella, “parece que los malos son los policías, hay más canciones y series que hablan bien del Chapo y los secuaces”.

Este cambio de percepción no es algo sencillo de lograr, es difícil cambiar la forma de pensar una vez que eres adulto, y que has visto y tenido experiencias negativas respecto a la autoridad. Por eso se enfoca en los niños, a quienes sí es posible cambiar. Al educar a los niños, que son el futuro, se cambiará a la sociedad en conjunto. “Un niño a través de un proceso artístico, pedagó- gico bien llevado, saca el enojo y cuando hay una obra de arte reconocida por la sociedad, existe una manera de confortarlo y decirle: ¡sí! tu papá es un héroe”.

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Como resultado de los diferentes talleres con 14 huérfanas y 22 huérfanos entre 4 y 14 años de edad, florecieron 88 cuadros que pintaron los pequeños y que luego Emiliano Gironella intervino con sus pinceladas de técnica mixta. Los trazos infantiles forjan identidades y permiten que los niños se sientan incluidos en la sociedad. Sus pequeñas manos se inmortalizan en los cuadros de Gironella, manos que finalmente se crecerán para ser instrumentos de reconciliación y no de violencia.

El trabajo de Gironella con los niños no solo logró un cambio en ellos, sino que hay un reconocimiento social también para las víctimas.

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Los niños han aparecido en su libro Artempatía, junto a la obra de Goya y Miró y tendrán una importante participación en la exposición que comparte el mismo título. La exhibición se llevará a cabo en Los Ángeles junto a Jason Vass en el Getty Museum, como parte del LA/LA Project Latin American y Los Ángeles, Pacific Standard Time. “Los niños participarán en la festividad más importante que se ha hecho en el continente americano de la in- fluencia latina en su cultura”, explica el artista sobre la exposición.

La experiencia artística de Emiliano Gironella con los niños transformó su manera de pensar, por ello, cambió la denuncia por la cicatrización. Otro elemento importante que también modifi- có la forma de ver el mundo del artista fue su hijo, León Gironella, quien padece de hemofilia. La exposición en Los Ángeles estará dedicada a su hijo, quien irónicamente no puede cicatrizar, como México, que según el artista, es un país enfermo de hemofilia.