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JUAN HERREROS

EL DIÁLOGO ENTRE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO

La arquitectura es una forma de expresión artística con la que interactuamos diariamente. El arte de construir espacios nuevos y mezclar el diseño con la utilidad involucra muchas manos y mentes. El arquitecto español Juan Herreros creó el concepto de Dialogue Architecture justamente para revalorar y explicar la diversidad tan amplia de personas que se requieren para un proyecto arquitectónico e integrar las diferencias como parte del proceso creativo. Actualmente, Herreros es fundador de Herreros Arquitectos, Director del Aula Fin de Carrera de la Escuela de Arquitectura de Madrid y Profesor en la Universidad de Columbia; además, ha recibido premios como el International Fellow por el Royal Institute of British Architects, el premio de Architectural Digest de Arquitectura y la Medalla de las Bellas Artes de la Ciudad de San Lorenzo de El Escorial. Herreros no es solamente un arquitecto reconocido, sino que tiene una visión innovadora que abarca hasta lo más básico y replantea hasta la misma definición de lo que es la arquitectura.

¿Qué es lo que más te gusta de tu profesión?

Entiendo la arquitectura como una práctica vital a través de la cual me relaciono con el mundo, con la historia, con las personas. No soy de los que solo piensan  creen que todo es arquitectura, pero sí me ayuda a entender muchas cosas, a deshacerme de prejuicios, a encontrar la belleza donde otros solo ven deterioro y banalidad, a tener una posición crítica ante cualquier conformismo.

Si pudieras elegir a alguien que haya sido una influencia en tu trabajo, ¿quién sería?

Tuve muy buenos maestros en la escuela de Madrid, que son los responsables de que me interesara por otras cosas, muy especialmente por conocer las arquitecturas que han construido el mundo que conocemos. Sin embargo, hay otras influencias que tienen una presencia inesperada en mi formación, como la literatura, el arte y toda la cultura compartida alrededor de la música.

¿Qué es Dialogue Architecture? ¿Cómo surgió?

Dialogue Architecture es un manifiesto que propone que la arquitectura del futuro será en equipo o no será. No estoy en contra de las autorías individuales, pero me fastidia que la arquitectura oculte su verdadera complejidad para aparecer como el resultado de la fuerza creativa de una sola persona, una especie de acto heroico; cuando en realidad su grandeza viene de la enorme diversidad de factores que la construyen, las personas que participan, las capas de información que acumula… Nació cuando David Chipperfield nos invitó a la Bienal de Venecia 2012 y nos ofreció un espacio para explicar este concepto que ya habíamos enunciado teóricamente y ensayado en las rutinas de trabajo de nuestro estudio, pero que nunca habíamos mostrado a través de documentos gráficos.

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La exposición de Dialogue Architecture está explicada en tres niveles. ¿Cuáles son? ¿Qué representan?

Cada proyecto se explica a través de una maqueta volumétrica, un diagrama de las personas que intervienen en el proceso y un detalle constructivo muy minucioso. El mensaje es que las formas funcionan como ideas de arquitectura, al margen de su escala y de los discursos programáticos; que su desarrollo exige la concurrencia de muchos agentes, especialistas, grupos de trabajo, etcétera; y que aquello que llamamos detalle constructivo es, en realidad, la síntesis que realiza el arquitecto de todas las informaciones que recibe de los diálogos que mantuvo con todos los intervinientes. La autoría del proyecto reside precisamente en la gramática que el arquitecto construye con una serie de datos que están al alcance de cualquiera, pero una selección, organización y voluntad específicas construyen la singularidad de la obra; como ocurre en la literatura, cuando todos los autores tienen el mismo diccionario a su servicio, pero las frases que construyen son tan diferentes.

¿Cómo se aplicó el concepto de Dialogue Architecture en la creación del Museo Munch, en Oslo?

En el proyecto del Museo Munch participan más de setenta personas con las que mantenemos una conversación permanente que se desarrolla en diferentes capas y a diferentes velocidades. Además, Noruega es un país con un componente democrático y una transparencia absolutamente modélicos, por lo que todas las decisiones deben ir avaladas por los especialistas y su necesidad y eficiencia deben quedar debidamente probadas en la fase de proyecto. Esto supone que la selección de los temas de trabajo y la comunicación entre el equipo y con todos los agentes externos sean ingredientes que afectan al proyecto y se convierten en instrumentos de diseño en sí mismos.

¿Qué le aportará la exposición a cualquier arquitecto principiante que la visite?

Me gustaría que esta exposición ayudara a los arquitectos jóvenes a pensar sobre cómo quieren trabajar. La gente joven tiene hoy una cultura muy impregnada de la idea de comunidad. Las redes sociales, los fenómenos participativos, los colectivos… son manifestaciones de un cambio cultural muy importante que debe ayudarles a revisar los paradigmas profesionales, empezando por la desaparición paulatina del modelo de estudio tradicional.

¿Cómo esperas que esta exposición influencie la percepción de la arquitectura de una persona de cualquier otra profesión?

La arquitectura suscita cada día mayor interés entre las personas ajenas a nuestro colectivo. Casi todas las profesiones, desde la abogacía hasta la agricultura, tienen un espectro que conecta con la arquitectura que hay que potenciar para aumentar el nivel de diálogo entre disciplinas. Pero además, casi cualquier persona tiene, en algún momento de su vida, que contratar un arquitecto. Me gustaría que esta exposición les ayudara a descubrir que hay arquitectos que les van a dar otro tipo de voz, que abrirán para ellos otro tipo de conversaciones en las que descubrirán cosas inesperadas, alejadas del territorio seguro de sus ideas preconcebidas, pero tremendamente emocionantes.

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Al ser catedrático de Proyectos de la escuela de Madrid y profesor permanente de la de Columbia, ¿qué crees que es fundamental en la educación de los jóvenes arquitectos?

Lo más importante es convencerlos de que tienen que buscar su impronta personal en lo que hacen. Para ello, es esencial estar bien informados, ser lectores, viajeros y curiosos desmedidos; hasta encontrar un filón propio, pero debidamente conectado, referenciado y estimulado por el trabajo de otros que han elegido el mismo camino. Si la arquitectura fue en otro tiempo territorio fértil para las singularidades solitarias e histriónicas, hoy ya no tiene sentido jugar de outsider; pero si no queremos caer en la monotonía y la vulgaridad, es necesario construir una propia posición y desde allí dialogar con el resto.

¿Qué recomendación le darías a alguien que está iniciando su carrera en arquitectura?

En primer lugar, que lea con voracidad, viaje con entusiasmo y trate de comprender y abarcar todo lo que se hace en el mundo del arte contemporáneo. Luego, que no se olvide que el proyecto es un proceso de síntesis de conocimientos y emociones, algo que puede ser estimulante y placentero; y para nada, una lucha dramática contra un dragón indomable que llena de desesperanza, competitividad estéril y sufrimiento la formación de nuestros jóvenes arquitectos. Todo lo demás, incluida la arquitectura misma, lo aprenderá en la escuela.

Platícanos un poco de los proyectos que estás realizando en la ciudad de Querétaro.

Fruto de nuestro empeño colaborativo hemos realizado concursos y proyectos en muchos países, asociados con arquitectos locales. En la actualidad tenemos proyectos en marcha por este sistema en Bogotá, Marsella, Casablanca, Panamá y Querétaro. Martín Gutiérrez nos invitó a participar en un ambicioso proyecto, junto a su padre y su hermano, del que ya se han realizado varias fases. La nuestra entrará en acción relativamente pronto y espero que eso nos ayude a venir con más frecuencia y a entrar en contacto con otras personas.

¿Por qué elegiste exponer en la Ciudad de México y qué representa para ti a nivel profesional y personal?

Cuando se nos ofreció exponer aquí Dialogue Architecture pensamos que era una excelente señal de que nuestro trabajo tenía una acogida que nos alegra sobremanera. México ha sido una obsesión para mí desde hace años. Aquí he impartido talleres y dictado conferencias en muchas universidades y colegios de arquitectos; la prensa especializada se ha interesado por nuestro trabajo frecuentemente y hemos realizado no pocos intentos para tener trabajo aquí. Hace años, cuando nos planteamos la internacionalización de nuestro estudio, tomamos un rumbo contracorriente: mientras nuestros colegas acudían a la oferta oriental un tanto embelesados, nosotros decidimos explorar el frente latinoamericano. La riqueza de la cultura, la proximidad en tantos aspectos, la necesidad de entender mejor lo que crees que ya conoces y la potencia de su arquitectura eran razones más que suficientes para apoyar esta elección. Obviamente, hasta que no hagamos algo en México no podremos decir que hemos logrado la presencia que pretendíamos en el continente.

De todos los lugares que has visitado en el mundo, ¿qué ciudad crees que tenga la arquitectura más emblemática o interesante? Es decir, que deba ser visitada por cualquier arquitecto.

Creo que Chicago, Tokio y Barcelona son tres ciudades muy diferentes que merecen ese viaje. Entre ellas atesoran casi todos los casos de arquitectura que nos interesan, pero también ofrecen experiencias urbanas inauditas, nos interesan aún más como ciudades que como aglomeración de edificios interesantes.