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Moda: el futuro en nuestras manos

Si hablamos de moda, estoy segura de que podemos coincidir en la sensación de estar ante las puertas del futuro. Hasta hace poco, habíamos querido ignorar que tenemos un problema y nuestro concepto de cambio se quedaba en frases aspiracionales y estrategias de marketing. Hoy, debido a la crisis provocada por el COVID-19, debemos dirigir el timón hacia un camino más sano.

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Ahora bien, entendamos algo: la ropa es una necesidad humana casi tan primitiva como alimentarnos. ¡Nacimos encuerados! Y la razón original de su invención fue que teníamos que protegernos de las inclemencias del tiempo. Y así, una vez cubierta una de las carencias más primitivas, el hombre descubre otra función que tiene que ver más con el ego, los sentidos, la estética y nuestro afán de sobresalir entre los demás. Desde las primeras civilizaciones, la ropa se convierte en un medio para diferenciarnos socialmente, ya que, a través de ella, podemos obtener información de las personas, como su cultura, su género, su estrato social, su estado civil o su profesión. Por ejemplo, durante el Imperio bizantino, uno de los más importantes en la historia de la moda gracias a su diversidad cultural y su riqueza de texturas, las telas eran ese lenguaje sin palabras a través del cual la gente decía a qué clase social pertenecía. Solo los reyes y la clase alta tenían acceso a la seda importada de oriente, mientras que la clase baja usaba lienzo y paño.

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Y si creíamos que la cultura del despilfarro era de la era del fast fashion, resulta ser que, en Versalles, durante el pleno apogeo de una de las reinas más extravagantes de la historia, María Antonieta, ya se gestaba esta tendencia. Las mujeres de la aristocracia tenían una prioridad al tratarse de moda: impresionar a la corte con el mejor vestido. Entre más escandaloso, sofisticado y pomposo, mejor, ya que era un placer provocar envidias como también una necesidad ser aceptada socialmente. Sin embargo, una vez logrado el cometido, tenían que preocuparse por el siguiente vestido, ya que estaba prohibido usar el mismo modelo más de una vez, a menos que tuviera alguna alteración. ¡Me suena tan familiar! Indiscutiblemente, la reina María Antonieta fue de las primeras fashion icons en la historia; un poco por las circunstancias y otro tanto por su pasión por lo exquisito, combinación perfecta para transformar la estética de la época de gris a pastel. Los franceses necesitaban “destaparse” y dejar atrás el rigor moral y la austeridad característica del reinado de Luis XIV. Y así, la reina impuso una nueva moda que hasta el día de hoy nos hace soñar y sigue siendo inspiración tanto para la moda como para el interiorismo. No es casualidad que la hija del afamado director de cine F. F. Coppola, Sofía Coppola, estuviera obsesionada con su historia y dirigiera la película Marie Antoinette en el 2006.

La silueta del momento, el grand habit de cour, eran vestidos con gran volumen en las caderas y un corsé que acentuaba la cintura. La falda era exageradamente amplia y se sostenía con un armazón interior llamado panier que podía llegar a tener dimensiones de hasta cinco metros de diámetro. ¿Imaginas tratar de pasar por una puerta al mismo tiempo que tu amiga o sentarte a tomar el té en el mismo sillón?

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Texturas ricas y tan finas como el terciopelo, la seda, los brocados y los bordados con hilos de oro y plata. Pero no se trataba solo del majestuoso vestido acompañado por una bata que funcionaba también como capa. Cualquier stylist de nuestra época sabe muy bien que los detalles y los accesorios pueden elevar un look a otro nivel. Entre más adornos, mejor, aunque muchos de estos eran de índole moralista, como el corsé amarrado por la espalda, que era esencial para levantar el busto y estrechar la cintura al grado de no poder respirar. La belleza cuesta, ¿no creen? Los guantes y mitones bordados y decorados que obligadamente debían llevarse en público eran sinónimo de elegancia y decencia.

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Las emblemáticas pelucas y postizos característicos de la moda del momento no solo debían ser abultados y tan altos como fuera posible, sino que debían reflejar cosas del corazón y del estado de ánimo del día. Adornadas con flores, piedras preciosas o listones, hasta un pájaro encarcelado en su jaula y representaciones de paisajes. Las plumas eran un must, pero estaba prohibido llevar más que la reina. Las medias, los sombreros y la lencería eran los key items en tendencia que completaban los outfits sofisticadamente. Quizás es entonces cuando nace el concepto de glamour que tanto usamos hoy día. Pero María Antonieta, aunque tenía un estilo envidiable, no gozaba de muy buena reputación con el pueblo, puesto que la culpaban de la miseria en la que vivía Versalles, por lo que la apodaron Madame Déficit.

Gozaba de un presupuesto ilimitado para vestuario al año. Su vestidor debía estar dotado de aproximadamente 36 vestidos únicos y hechos a la medida por semana. Una vasta variedad para escoger para las distintas ocasiones, además de los accesorios, joyas y zapatos para complementar su look. ¡Esa cantidad de ropa es suficiente para hacer una campaña de una marca contemporánea! Todas las mujeres, les gustara su estilo o no, querían imitar a la reina no solo en Versalles, sino en toda Europa. Gracias a esto, los comerciantes de la época con visión de negocio entendieron que había un amplio mercado de moda y, sin saberlo, construyeron los pilares para que un par de siglos más tarde París se convirtiera en la capital de la moda.

Los primeros modistos considerados celebridades” no fueron Coco Chanel ni Yves Saint Laurent, sino más bien la diseñadora consentida de la reina, Rose Bertin, pionera de la alta costura francesa que, aprovechando la reputación que le dio crear diseños exclusivos para la reina de Francia, abrió sus tiendas en 1777 y empezó a surtirle también a la corte europea.

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Ahora bien, sin que repasemos minuciosamente la historia de la moda siglo por siglo, ya para mediados del XX se consolida el american way of life, en donde, gracias al florecimiento de la publicidad, se refuerza el estilo de vida basado en el consumo de todo tipo de productos como el camino a la realización, dejando a un lado el crecimiento intelectual y espiritual. Este nuevo estilo de vida se populariza en todo el mundo gracias al cine, la radio, la televisión, las revistas y los primeros centros comerciales o shopping malls, que se convierten en lugares de contención social y solucionan dos cosas: la recreación y el consumo. Ir de compras se convierte en la actividad favorita de las familias contemporáneas. En lo personal, de niña, nada me daba más emoción que llegar al mall de McAllen, Texas, a solo tres horas de Monterrey, de donde soy originaria, para “mirujear” por los pasillos, comprar algo “nuevo” y sentir ese gozo efímero que estoy segura todos conocemos.

Actualmente, hay más centros comerciales y boutiques de los que necesitamos. Casi tantos como mercados de alimentos, los cuales sí son de consumo diario, no como la ropa, ¿me explico? El fast fashion, otro revolucionario estilo de consumo que propone que la ropa es un artículo esencial. Con propuestas casi idénticas a las marcas de lujo y a precios muy accesibles, la tentación es grande. Zara, por ejemplo, con más de 2000 tiendas en el mundo, en tan solo dos semanas diseña una prenda, la produce, la mercadea y la coloca en un punto de venta. Un esquema tan eficaz que provoca que muchas marcas con procesos más artesanales no puedan competir.

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¿Quién puede resistirse a comprar algo cada vez que pasa por alguna de sus tantas tiendas? Requiere de una voluntad de hierro decir: “No, no lo necesito”, pero la mayoría, caemos ante la tentación la mayor parte del tiempo. Basta con voltear y echar un vistazo a nuestro clóset disfuncional. Les aseguro que un gran porcentaje de nosotros estamos cubiertos con outfits para distintas ocasiones y tenemos suficiente ropa como para no tener que comprar nada por un par de años, pero eso no nos detiene; estrenar nos hace sentir bien, aunque sea por unos minutos. Compramos sin propósito y creemos que tener un clóset retacado nos hace estar a la “moda”, cuando solo estamos desperdiciando tanto dinero como metros y metros de tela, y contribuyendo a la contaminación del planeta. El promedio de uso de una prenda antes de deshacernos de ella es de 3 a 7 veces, y una mujer tiene entre 30 y 40 outfits cuando en la década de los 30, 9 eran más que suficiente.

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La industria de la moda es, sin duda, una de las más importantes en la actualidad; nos divierte, nos hace soñar y nos permite crear, además de generar miles de empleos en el mundo. Sin embargo, es una de las que más dañan el planeta debido a la destrucción de los ecosistemas por la fabricación masiva de toneladas de ropa. Es urgente que se adapte a un mundo en transformación que requiere racionalidad en el uso de recursos y aplicar criterios éticos en la producción, de modo que se reduzca el impacto ecológico.

Digamos que la solución es compleja, pero no es solo responsabilidad de la industria, sino que debe ser un trabajo en conjunto en el que el consumidor participe activamente.

Necesitamos replantear nuestros hábitos de consumo. Ya no se trata de seguir ciegamente las múltiples tendencias de moda que vemos en las campañas, sino de aprender a comprar de una forma más inteligente, que se base más en nuestro estilo de vida y en nuestra personalidad que en las modas pasajeras.

Prendas atemporales a las que podamos darles muchos usos. Esas que se ven cool aun cuando pasan los años. Un guardarropa contemporáneo y funcional debe conformarse por una estructura en la que los clásicos-atemporales sean el esqueleto y los complementos trendy sean con los que puedas jugar y dar frescura a tus outfits. En general, la mayoría de los expertos de moda coincidimos en una lista de 10 clásicos atemporales; sin embargo, creo que estas opciones deben ir evolucionando conforme nuestro estilo de vida lo requiera, por lo que he agregado recomendaciones de prendas que me funcionan, además de permitirme hacer combinaciones entre las que son más clásicas y las que son de tendencia y he ido adquiriendo en distintas temporadas.

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Tampoco se trata de imponer mis gustos, sino más bien de dar opciones para que ustedes mismas encuentren esa estructura tan necesaria para lograr un clóset que funcione y puedan, a la vez, consolidar su estilo único.

Key items:

Classic jeans

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La prenda más importante de nuestros tiempos. Icónica y universal, que no distingue género, clase o raza. ¡Hay tantos que es difícil escoger! Sugiero que te tomes tu tiempo para encontrar los que mejor te queden. Mi recomendación es tener 3 pares de jeans: azul oscuro, boyfriend cut en tonos claros y el perfecto skinny jean.

Camisa blanca

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La diseñadora Carolina Herrera sabe la versatilidad que ofrece esta increíble prenda. Va con todo, desde un par de jeans hasta una falda larga de tafeta, por ejemplo. Así como los jeans, hay muchos estilos entre los cuales escoger, desde el fit clásico hasta las desestructuradas.

El cárdigan

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La prenda más popular del equipo de beisbol de la Universidad de Harvard desde hace más de 100 años y una de las favoritas de Coco Chanel desde la década de los 20. No debe faltar en tu clóset. Largos, cortos, asiluetados, holgados y maxis largos.

Cuello de tortuga negro

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My name is James Bond” e inevitablemente piensas en el suéter de cuello de tortuga negro y qué guapo se veía el condenado. Dicen que es de las prendas más favorecedoras porque a todo el mundo se le ve bien. Sin duda, eso lo sabían Audrey Hepburn, Edie Sedgwick y el mismo Andy Warhol.

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Desde que Coco Chanel desafío las reglas al crear no solo un vestido de silueta innovadora, sino que además era de color negro (el cual solo se usaba durante el luto), cambió para siempre la estética de la época y hoy es el indispensable de cualquier armario.

Falda lápiz

Popular en los años 40, es otra clásica que llegó para quedarse. Es de las prendas que dependiendo de con qué te la pongas, se puede ver formal o casual.

Pantalones masculinos

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Durante siglos, estuvieron prohibidos para las mujeres. Se comenzaron a usar durante la Segunda Guerra Mundial para que las mujeres pudieran trabajar cómodas y se popularizaron gracias a Coco Chanel, que les dio un toque femenino.

La t-shirt

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Originalmente, esta prenda se usaba como ropa interior. A finales de los años 30, se empezó a introducir en el mercado, pero realmente no fue sino hasta que los íconos del cine Marlon Brando y James Dean la empezaron a usar como un statement de moda que fue totalmente aceptada por el mundo.

Blusa femenina

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Las blusas no fueron parte del guardarropa femenino sino hasta la época victoriana, en la que se convirtieron en parte esencial de la moda del momento. Hoy en día, hay muchas opciones y estilos entre los cuales escoger. La blusa perfecta puede elevar tu outfit maravillosamente. ¡Van con todo!

Suéter cozy

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Envolvente, slouchy, burdo o delgado es una de las prendas consentidas que nos reconforta. Se ven bien con nuestros básicos y nos pueden acompañar hasta para estar cómodas en casa.

Camel trench coat

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Prenda creada originalmente para que los militares ingleses se pudieran proteger de la lluvia y el mal clima en la guerra de trincheras. Más tarde, Burberry y Aquascutum adaptaron el diseño militar para uso cotidiano y como símbolo de clase y distinción. Era una de las prendas favoritas de Jackie Onassis.

The suit

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Lo tomamos prestado del guardarropa masculino y se convirtió en un must de las mujeres empoderadas. Marlene Dietrich lo popularizó en los años 30 en un acto de rebeldía. Hoy en día, lo lleva bien desde Hillary Clinton hasta Lady Gaga.

Vestido saca apuros

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Esta propuesta es de mi cosecha porque no hay nada más práctico que tener un vestido cool y cómodo al que puedas echarle desde unos tenis hasta un par de botines dependiendo de la ocasión y verte impecable.

Teddy abrigo

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Esta debe ser una elección muy personal. Hay tantos estilos que dependerá de tu personalidad. Lo que sí sugiero es que sea de un color neutro que puedas combinar con muchas prendas y que tenga la calidad necesaria para que dure muchos años. Un abrigo debe ser de las mejores inversiones de tu guardarropa. El Teddy Bear es de mis favoritos.

Pantalón ancho

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Otra sugerencia personal. Cintura alta, con caída y anchos en la parte de abajo. Van bien con todo, desde una t-shirt o un turtle neck hasta una blusa femenina.

Denim shirt

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Originaria del guardarropa de la clase trabajadora de principios del siglo pasado, es de las que pasan los años y siguen vigentes. ¡Imagínatela con tus pantalones anchos!

Old sweatshirt

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Esta es una nueva propuesta en la lista de los must, pero cada vez gana más terreno. Es la prenda de origen deportivo, pero chic que puedes combinar con prendas más clásicas y se ve cool. La princesa Diana de Gales las llevaba increíblemente bien.

Biker jacket

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Otra clásica del cine. Marlon Brando, John Travolta, Johnny Depp, Matt Dillon; solo por mencionar a algunas estrellas de Hollywood que la han usado como herramienta para consolidar sus personajes. Creada para proteger a los chicos rebeldes motociclistas. Se convierte en una de las más importantes en cualquier armario, tanto de hombre como de mujer.

Pumps

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¿Por qué amamos los pumps? Son elegantes y sofisticados, pero cool al mismo tiempo. Van bien con todo y no pasan de moda. Negros, blancos o de animal print.

Street style tennis

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Los tenis son los nuevos flats y aun cuando algunos se resistían a usarlos con prendas más formales, hoy son símbolo de coolness.

Ankle boots

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Mi sugerencia es que sean dressy. Idealmente, deben tener la punta angosta y un poco de tacón para que los puedas usar con falda, vestido o hasta jeans.

Retro sandals

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Estas son para darle un toque más sofisticado a tu ropa y las puedes usar para coctel o en la noche; incluso, pueden ser de animal print o en bloque de color para que contrasten con tus looks. A mí me gustan de tacón más ancho, estilo años 40.

Flats o mulas

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Técnicamente no son la misma cosa. La mula lleva el talón descubierto, mientras que los flats no, pero los dos van bien con todo. Dependerá de ti la elección y, si no quieres decidir, puedes tener uno de cada uno.

Sandalias Birkenstock

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Otra propuesta de mi cosecha; sin son blancas, mejor. Se ven increíble con jeans; hasta con cualquier vestido saca apuros.

Otra recomendación que me gustaría hacer y que yo misma he puesto en práctica desde hace un par de años es: antes de sacar la tarjeta, hazte las siguientes preguntas:

  1. ¿Con qué otra prenda me lo puedo poner?
  2. ¿Me sirve para complementar mi guardarropa?
  3. ¿Favorece mi silueta?
  4. ¿De verdad me lo voy a poner?
  5. ¿Cuántas temporadas me puede durar?
  6. ¿Cuáles son los protocolos de producción de esta prenda?
  7. ¿Me fascina?

El gusto por la eterna novedad y la mala costumbre de desperdiciar, lo hemos podido heredar del reinado de María Antonieta, pero ya no tenemos que obedecer las reglas de la corte ni los protocolos rígidos del pasado, como tampoco comprar influenciados por las tendencias cada temporada. ¡Ya somos libres para elegir!

Son los pequeños cambios en nuestra vida cotidiana los que generan la transformación global. ¡El cambio es tarea de todos!

Escrito por Luisa Peña

Luisa Peña, ha trabajo en la indsutria de la moda por más de 20 años. Comenzó su carrera como modelo en Nueva York y a su regreso a México se especializó en estilismo de moda y producción de contenido. Durante 10 años fué stylist en jefe para El Libro Amarillo y El Palacio de Hierro. Ha trabajo para marcas como Liverpool,Grupo Axo, Etro, Artz Pedregal, Cancino, Gladys Tamez Millinery, entre otros. Fué parte del equipo de producción de Oscar de la Renta NYFW. Ha sido speaker para distintas plataformas como Women’s Weekend y Universidad Anáhuac en donde también imparte Workshops de Estilismo de Moda. Luisa comprende el lenguaje de las tendencias y tiene la capacidad de plasmarlas a través de diversos canales de comunicación.