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Nino Bauti

¿Recuerdas tu primera experiencia con la joyería? ¿Cómo fue que decidiste dedicarte a esto específicamente?

Nunca me decidí por la joyería. Es curioso, pero esta llegó a mí de casualidad y casi por accidente. Siempre le he tenido mucho respeto a este oficio, porque es una rama del diseño donde se requiere, aparte de la imaginación, muchísima técnica profesional.

Al trabajar en la industria textil, fui diseñador de modas para firmas como Armani o McQueen y siendo parte de estos equipos de diseño, te especializas mucho, y te enfocas en un sector.

Más tarde, edité moda en revistas, donde tuve un acercamiento más directo con las joyas, ya que las utilizaba como accesorio para crear un look. Sin embargo, nunca me planteé de pequeño: “quiero ser diseñador de joyas”. En TANE, me llamaron, me entrevistaron y supongo que les gustó mi entusiasmo y mi visión. Aquí sigo.

¿De qué fue tu primer proyecto en TANE?

El primer proyecto fue crear un catálogo, desde su concepto artístico al estilismo. Pero mi primera comisión dentro de la firma, donde desarrollé la idea de una pieza desde el principio hasta su ejecución, fue el tributo del Festival de Arte Careyes. Yo nunca había diseñado algo así, era crear una escultura altamente simbólica, todo un reto creativo. Considero que, cuando tu trabajo es ser diseñador, investigas la forma de expresar una idea, ya sea en tres volúmenes o en papel, así que me concentré y empecé a modelar. Creo que el creativo siempre tiene que estar abierto a la oportunidad que se le presenta.

Para ti, ¿cuáles son las tres características principales que debe tener un director creativo en cualquier rubro?

Ser creativo y valiente. Eso significa no tener miedo a seguir tus instintos, ya que los primeros en llegar suelen ser los acertados. Estar informado de lo que pasa a tu alrededor es la segunda característica; la curiosidad es primordial. Debes conocer a tu cliente en el aspecto de quién es, qué hace, qué música escucha, cómo se viste. La tercera, es que ame su profesión por encima de todo, ya que hay muchas horas de soledad frente a un papel en blanco.

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¿Cuál es el proceso por el que pasas al crear un nuevo diseño?

Dependiendo de la colección. Las que diseño yo personalmente empiezan, por ejemplo, con una servilleta de papel en algún restaurante o en un cuadernillo que siempre llevo conmigo, o sobre un recibo de un taxi; cualquier pedazo de papel es válido. Cuando la idea te llega, debes explorarla rápido porque si no, se te va. De ahí pasa a un proceso de editado con dibujo a escala real y con distintas vistas para llegar a un concepto más real y definido. Una vez hecho eso, paso a hablar con los orfebres y joyeros para buscar soluciones técnicas. En caso de una innovación, como en el caso de emplear la cerámica o el vidrio o de introducir piedras, el proceso se hace más largo. Cuando esto termina, hacemos una prueba en una impresión de 3D a escala y se hacen correcciones. Una pieza no para de corregirse hasta el final. Cuando ya está lista, se la enseño a mi mano derecha, una de las gerentes que lleva más de 30 años trabajando con nosotros, para que se la pruebe por un par de días. Eso lo hago sobre todo con los aretes, ya que no pueden pesar más de ocho gramos, el cierre no debe hacer daño, etc.

¿Cómo definirías tu trabajo en esta joyería en tres palabras?

Calidad, diseño y sofisticación.

¿Cuál fue tu mayor aprendizaje, a nivel moda, de trabajar con McQueen o con Armani?

Con Armani aprendí la búsqueda de la perfección, la atención por los detalles. Me acuerdo perfectamente de una frase que él me dijo: “entre el blanco y el negro hay una infinidad de grises”. Eso es muy cierto. Yo era muy joven cuando empecé a trabajar con él, me enseñó toda la mesura, cómo combinar distintos materiales y distintos tejidos. Era muy curioso porque algunas cosas que, en general, al ojo humano no son visibles, para él tenían muchísima importancia.

Cuando entré a trabajar con McQueen, acababa de terminar mis estudios en Saint Martins, y en ese momento, él era el director creativo de la casa Givenchy. Hacíamos de todo, tenía un estudio chiquitito al este de Londres y esta experiencia fue muy positiva. Aprendí sobre todo a expresar una idea sin importar lo que te digan; él era una persona muy libre y si le gustaba algo, había que buscar la manera de hacerlo. Con él, mi aprendizaje fue la libertad creativa y no tomar un “no” por respuesta.

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¿Algún aprendizaje al entrar al mundo de la joyería?

En TANE lo aprendí todo con respecto a este gremio. Tuve la suerte de llegar con el gran Pedro Leites, estuve un año trabajando día a día con él. Imagínate tener al mejor platero del mundo enseñándote el oficio. La verdad es que me enseñó todo lo que sé sobre la plata.

La plata tiene un lenguaje especial, porque es un metal blando y noble, fácil de trabajar, pero difícil para alcanzar la perfección técnica. Lo que TANE ha conseguido a través de los años es tener ese nivel de calidad que la ha separado de los demás. Le dio una dignidad orfebre en el sentido de que Pedro Leites, en un país donde se vendía la plata a peso, como es México, llegó y revolucionó esa idea. Lo que hizo fue valorar el diseño y el trabajo del orfebre. Creo que ha sido de las mayores herencias.

Yo creo que los orfebres mexicanos son muy apasionados, incluso cuando hice la colección del 70 Aniversario, se la dediqué a los orfebres. Cada pluma que puse en cada pulsera era un orfebre, porque sin ellos TANE no hubiera sido lo que es.

Los mejores momentos que recuerdo con Pedro Leites son de cuando nos íbamos en el coche de nuestras oficinas al taller. Íbamos atrás, comiendo almendras y tomando tequila mientras me contaba sus historias con María Félix, con el rey de Marruecos, con Barragán, con Leonora Carrington.

Si pudieras realizar una colaboración ¿con quién sería?

Tengo la suerte de haber colaborado ya con una gente increíble como Jan Hendrix, Wolski Toledo, o con el maravilloso arquitecto mexicano Enrique Norten… Me hubiera encantado trabajar con Barragán, se lo envidio a Pedro, ya que Barragán siempre fue para mí la quintaesencia de la mesura y la elegancia.

Hay tres artistas que siempre me han gustado mucho: Barragán en arquitectura, Rothko en pintura y Balenciaga en la moda. Siempre creí que esos tres maestros se complementaban en su estilo.

¿Qué pasa con la joyería para hombre en México, crees que es un campo que todavía puede explotarse?

Lo estamos explorando. El problema es que el hombre mexicano es muy sobrio y clásico, en el sentido de que todavía tiene una cultura de no usar joyas. Gradualmente, esta actitud va cambiando. Yo soy optimista, poco a poco nos hacemos más a la idea de que una joya bien elegida puede representar mucho, hasta masculinidad.

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¿Pero en tus colecciones planteas diseños para hombre también?

Por supuesto, todas las temporadas sacamos algo para hombre. Me quiero enfocar un poquito en el futuro, en hacer colecciones especialmente para nosotros, no solamente una extensión de línea, quiero hacer una colección que cuente una historia.

¿La joyería es inspiración para ti?

Sí, la joyería es sensualidad. Si te das cuenta, nos la ponemos donde más palpita la sangre: el lóbulo de la oreja, el cuello, las muñecas; es un contacto directo con el corazón. Yo lo veo de esa forma que por supuesto, es sensualidad y una joya bien llevada dice mucho de una persona. Al final del día, puedes ir con una camisa blanca y si te pones una joyería bien escogida, todo eso se eleva. Mi abuela siempre decía: invierte en joyería y en buenos zapatos, pero debe ser joyería que vaya contigo.

¿Cuál fue tu primera impresión de México?

Soy un enamorado de México, no te puedo decir nada más. La cultura el folclor, el cine… Vine hace muchos años, hice mi tesis sobre muralistas mexicanos cuando estudié la carrera de Historia del Arte antes de hacer diseño. Por supuesto, ya había tenido un acercamiento bastante grande, a través del cine de Cantinflas y mi madre era muy fanática de las rancheras. He crecido con mucha cultura mexicana.

¿La cultura mexicana ha cambiado o influenciado de alguna manera tu perspectiva como diseñador? ¿De quémanera?

Si no me influyera México y su cultura, no sería creativo ni tendría sensibilidad. Este país es impresionante, tiene de todo y es muy diverso. Su música, su luz, su gastronomía. Cualquier creativo se sentiría inspirado.

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¿Qué nos dices de tus influencias españolas y británicas?

Pues que están ahí, soy español de nacimiento, pero mi formación artística y profesional es muy inglesa, allí viví más de veinte años. Creo que tu personalidad y tu estilo es una consecuencia de los países donde has vivido y de las experiencias que tuviste.

¿Qué has logrado con TANE?

Creo que todavía nos queda mucho por recorrer, es una labor de equipo. Estamos intentando hacer que la marca sea relevante y atractiva como lo fue en épocas atrás. TANE tiene un linaje de calidad y buen gusto, mi objetivo es preservar estos principios dándoles un aire más fresco y moderno

¿Proyectos a futuro?

Hay muchos, ahora ya calentamos motores, ya aprendimos y hay que relanzar la marca y llevarla como bandera de la sofisticación mexicana. Colaboraciones con artistas es uno de los pilares más importantes. El arte joya, el desarrollar un nuevo portafolio de producto, que eso implica sedas, velas…

¿De qué manera crees que esté posicionada la joyería mexicana en general en el mundo?

Cada vez mejor y más, espero. Hay muchos diseñadores mexicanos con reconocimiento fuera de las fronteras, pero nos queda mucho trabajo por recorrer. Primero, animaría a los mexicanos a crear y consumir productos propios: esto es vital para hacerte fuerte afuera. Si los tuyos no creen en tu producto, no hay mucho más que puedas hacer.