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Theatre, Cinema & Music, Crónica de un DJ

Son las 9:30 pm. y estoy a 30 minutos de empezar mi set en el festival. Repaso mi rutina antes de cualquier presentación y verifico que todo esté en orden: mis USB, audífonos, gorra, anillos y collar de la suerte. Todo se ve bien. Me acerco al escenario principal para sentir la música y a la gente. Encuentro caras conocidas con las que he compartido escenario anteriormente, pero también me alegra ver nuevas caras llenas de emoción. Me recuerdan a mí cuando empecé como DJ o, más bien, me siguen recordando a mí, porque la adrenalina que siento hoy es igual o mayor a la que sentí en mi primer festival.

Voy de vuelta al camerino para poder preparar los últimos detalles antes de mi presentación. Mientras camino por el pasillo, escucho la canción con la que iba a arrancar que, aunque es una versión distinta, al oído del espectador la canción será la misma. Cambio de planes.

Theatre, Cinema & Music, Crónica de un DJ - ALAN-SALOMON-2

Son las 9:45 pm. y estoy a 15 minutos del inicio. Abro mi computadora, meto mi USB y elimino de la memoria la canción con la cual iba a arrancar. Tengo un USB principal con aproximadamente 2,500 canciones divididas en folders por género, velocidad y otros factores. Les pongo nombres únicos para identificarlos de manera más fácil. Vegas Hangover, Pitch Me y Bangers son algunos de ellos. Para mi set de hoy, Can’t Stop, traigo preparadas 40 canciones. Tengo un orden pensado, pero también dependerá de la reacción del público.

Estoy listo. Espera, ¡faltan mis visuales! El Front of House, o Centro de Comando, está a cinco minutos caminando y tengo los visuales conmigo. Acto seguido, le informo al Stage Manager, quien toma mi computadora y corre a entregarla al FOH.

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Son las 9:55 pm. y falta muy poco para subirme al escenario. La gente me da ánimos y yo, como siempre, me exijo lo mejor. La adrenalina se convierte en nervios y en mi mente solo hay un pensamiento: la primera mezcla.

Son las 9:58 pm. y estoy a punto de comenzar. El Stage Manager me señala las pantallas, ahí están mis visuales esperando el primer beat.

Let the games begin!

A las diez en punto me subo al escenario. Localizo la primera canción en la tornamesa izquierda, cierro los ojos, subo el fader y comienza a correr. Al levantar la mirada veo a miles de personas cantando. Un mar de almas unidas por un mismo fin: celebrar, reír, vivir. Se difumina la base y entra el primer break, ellos cantan mientras yo preparo los efectos para el build up. Se avecina el drop, que es mi primera prueba porque al caer, la gente estalla en euforia. Yo también, pero tengo que mantener la calma porque viene la primera mezcla.

Desde que empieza la primera canción, yo ya estoy preparando la siguiente, y así sucesivamente. La escucho primero en mis audífonos, la mezcla se oye bien, pero la canción que entra va un poco lenta. Ajusto el pitch, y con la yema de los dedos en el platillo la acomodo en su punto. Subo el fader poco a poco y la canción entra perfecta, como si fuera una sola; sin cambios y sin interrupciones. Existen más de 500 combinaciones al hacer una mezcla y solamente una es la que funciona, por eso es que el trabajo del DJ tiene que ser muy preciso.

La segunda canción explota. Después, la tercera y la cuarta. Las voces se convierten en un coro y esto, más que un festival, es el paraíso en notas. La música une a las personas, sin importar su sexo, religión, preferencia sexual o raza. Se trata de un género que no necesita tener letra para despertar los sentimientos y llevarte más allá.

@alansalomon
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Texto y fotos cortesía de Alan Salomon