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La última semana de noviembre, Bit- coin, la moneda electrónica más importante del mundo, llegó a valer más de $11,000 dólares. El martes 28, ya se hablaba de su crecimiento, cuan- do superó los $10,000 dólares, pero cuando subió $1,000 dólares más el día siguiente, aumentó la especulación de una posible burbuja. Un día después, Bitcoin sufrió un duro revés, pues el jueves 30 amanecimos con la noticia de que en menos de 24 horas su valor había caído hasta 22%, pasan- do de de $11,000 a $9,000 dólares.

Los fuertes movimientos en el valor de Bitcoin hicieron que resurgiera el debate en torno a la confianza que la gente ha puesto en esta moneda. Aunque muchos todavía no han escuchado hablar de ella, Bitcoin no es precisamente nueva. La idea de crear una moneda electrónica descentralizada, que no tuviera nada que ver con los bancos o sistemas financieros actuales, surgió hace 9 años.

En 2008, una persona (o grupo de personas), bajo el nombre de Satoshi Nakamoto, publicó en Internet un documento, conocido como el Protocolo Bitcoin, que sentó las bases para crear una moneda electrónica diferente a todo lo que se conocía hasta entonces. Satoshi quería que su moneda fuera independiente del sistema financiero y que no pudiera ser controlada por una sola persona. Para esto, definió que su valor recayera en todas las personas que quisieran usarla. En el protocolo se establece que como máximo podrá haber 21 millones de monedas, que a su vez serán divisibles en 100 millones de unidades. Para convertir la propuesta en realidad, Satoshi pidió ayuda a un grupo de hackers. Estos programaron el funcionamiento de Bitcoin y a principios de 2009, se realizó la primera transacción con la moneda, que entonces no tenía valor.

Pero ¿por qué hasta ahora estamos escuchando hablar de esto? Porque la idea de empezar a usar una moneda sin más respaldo que el de sus usuarios, genera dudas. Al principio, pocas personas quisieron comprar esta divisa y de hecho, en México era muy difícil adquirirla, porque no existían casas de cambio en línea que la tuvieran a la venta. Con el paso del tiempo, más gente fue con- fiando en Bitcoin, sobre todo después de la crisis del 2008, cuando se dieron cuenta de que los bancos y otras instituciones tradicionales tampoco son tan confiables como dicen. Pronto, a nuestro país llegaron empresas como Bitso, que permiten comprar fácilmente monedas electrónicas en Internet, y algunos negocios locales ya aceptan monedas electrónicas como forma de pago.

Aunque hoy se puede comprar objetos o transferir valor con Bitcoin, la mayoría de quienes obtienen la moneda lo hacen como inversión, esperando que más gente la compre, para que su precio siga aumentando. Algunas de las personas que compraron la moneda en enero de 2017, cuando apenas valía $1,000 dólares, seguramente ya se vieron beneficiadas.

No sabemos qué pasará mañana con esta moneda, pero es un hecho que hoy ya se puede usar para hacer transferencias sin intermediarios, de manera automática, con bajas comisiones, hacia cualquier lugar del mundo. Con solo tener acceso a Internet, los usuarios de esta criptomoneda pueden transferir valor en cuestión de segundos, desde México hasta China, pro- ceso que a través de un banco sería mucho más largo y complicado. De hecho, financieros como Yves Mersch, director del Banco Central Europeo, han pedido a los bancos que implementen lo antes posible algún sistema instantáneo de transferencias, para desincentivar el uso de divisas virtuales.

A pesar de que Bitcoin todavía no representa una competencia directa para las monedas tradicionales, muchas personas aseguran que tiene el potencial para sustituirlas en el futuro. En cambio, sus detractores están seguros de que la criptomoneda puede fracasar cualquier día y están convencidos de que invertir en ella es una mala estrategia. Solo el tiempo dirá quién tiene la razón.

Texto: Mercedes Migoya
IG. @mercedesmigoya

Ilustración: Ximena Sánchez